Resulta que tras terminar la carrera de Periodismo hice un posgrado en Protocolo, Comunicación y eventos y no sé cómo lo hago pero creo que soy la estilista y la organizadora menos protocolaria del planeta. La prueba la tenéis aquí, en el look de negro de invitada que llevé a la boda de Nacho y Almudena que, para más inri, fue de día.
Al igual que en el post del estilismo de invitada en verde lima de Gertru os contaba que solo tuve un par de semanas para crear su look, aquí he de decir que tenía el vestido comprado desde hacía mil años, aproximadamente. Por norma general, soy una persona bastante precavida, sobre todo cuando se trata de aquello que está en mi mano. Además, también me gusta sacarle partido a mis compras. ¡Nada de usar algo una vez y olvidarlo en el armario!
El caso es que yo me encontré con este vestido asimétrico que ves en la foto en ZARA, el Black Friday de 2019, ¡qué tiempos! Fue un flechazo porque es cómodo, con un toque de organza que eleva su estilo, económico (creo que me costó 25,99 euros) y con el largo perfecto para BBCs, porque claro, en mi mente estaba ir de negro a una boda. Además, de, por supuesto, aprovecharlo para la feria… ¡Ay, la vida prepandemia!
Pero claro, una cosa llevó a la otra, y las dos primeras semanas de confinamiento se convirtieron en dos meses y ello a su vez en un cese de los eventos. Total, que a fin de cuentas se llevó el vestido viendo solo el interior de mi armario cosa de un año y medio. Sin embargo, eso no me iba a frenar en mi cometido.
¿Ir de negro a una boda o no ir de negro a una boda? Esa es la cuestión
Hamlet se planteaba eso de ser o no ser, y los mortales nos quedamos en cosas más mundanas como si procede o no ir de negro a una boda. Yo, personalmente, como ves, digo «sí», PEEEEERO, quizás me atendría en ciertos casos que paso a enumerar por aquí:
- CUANDO SE TRATA DE UNA CEREMONIA MUY TRADICIONAL. En estos casos sí que descartaría ir de negro a una boda, ya que además suelen ser eventos en los que se hace especial hincapié en el dress code y con invitados para los que el protocolo está bastante presente en su estilo de vida.
¿Cómo puedes detectar si estás en este caso? Primero, si te lo preguntas es porque, probablemente, no seas demasiado allegada a la pareja. En ocasiones como esta las bodas se celebran por supuesto de forma religiosa y la celebración tiene lugar en espacios de estilo palaciego o incluso en propiedades de la familia de los novios. Por supuesto sus invitaciones las presiden los apellidos de los padres. - CUANDO TE PIDEN EXPRESAMENTE QUE TE ADHIERAS A UN CÓDIGO DE VESTIMENTA. Otra de esas ocasiones en las que no ir de negro a una boda es aquella en la que te pidan expresamente que sigas un código de vestimenta. Hay parejas, novias, que incluso prohíben colores como este mismo o el rojo. Sin embargo, no tienes que tomarte esto a malas, ya que en muchas ocasiones se establece también para orientar a los invitados sobre por dónde va el estilo de la boda. Además, es una forma de acotar la búsqueda de opciones y siempre puedes jugar con las tonalidades de los colores propuestos hasta dar con la que mejor te siente.
- CUANDO NO TIENE SENTIDO POR LA UBICACIÓN DE LA BODA. Esto sucede con los colores y también con los tejidos. Personalmente no me imagino ir de negro a una boda que se celebre en la playa, por ejemplo. Antes apostaría por tonos neutros, huyendo de la confusión con la novia, o cálidos. Igualmente tejidos muy pesados o brocados también quedarían excluidos.
- CUANDO HA FALLECIDO ALGUIEN CERCANO A LA PAREJA DE FORMA RECIENTE. Creo que este sería el motivo por el que sí o sí descartaría ir a una boda de negro. Está claro que cada cual lleva el luto a su manera, pero más vale prevenir que curar y nadie quiere hacerle recordar a la pareja de forma triste a una persona querida durante el día Be.
Después de esta pequeña lista tampoco puedo cerrar el apartado sin decir que lo más importante cuando se trata de buscar tu look o estilismo ideal es ir cómoda y a gusto y seguir la lógica de estilo y de forma de ser que te guía en tu día a día elevándola un poquito.
Invitada de boda de negro. Cómo trabajé mi look
Dado el hecho de que el evento en cuestión tuvo que retrasarse más de un año y que tenía el vestido comprado desde noviembre del 2019, no voy a negar que no tuviera tiempo para pensar el look. Sin embargo, el confinamiento terminó de disparar la faceta creativa y me dio tiempo a repasarlo todo doscientas veces, ¡ojo cuidado con eso!
Como sabía que no quería llevar ningún adorno en el cabello, el primer accesorio que busqué para complementar la idea de ir de negro a una boda fueron los zapatos. En este caso, me llevé meses y meses detrás de ellos en Vestiare Collective hasta que la vendedora, Dios la bendiga, decidió aceptar la oferta que le hice por mis ya sandalias de Miu Miu. Podía haber apostado por algo en color plata o quizás por un toque de color rosa o naranja, los tonos de la temporada, pero lo que tuve con este par bicolor fue un flechazo y su rollo geométrico me ganó por encima de todo. Me parecen unos zapatos muy especiales y si por mí fuera los tendría a modo expositor todo el tiempo.
Bueno, ¡y ojito con el tándem black and white bicolor! Ya ha sido viral con el vestido de nueva temporada de Mango que ha sacado Rocío Osorno recientemente y con el Balmain de Milena Smit de Venecia. También lo hemos visto en la propuesta de Brandon Maxwell en la Fashion Week de Nueva York.
INCISO PARA UN CONSEJITO: si tienes unos zapatos especiales te recomiendo que los lleves a tu zapatero de confianza y le pongas media suela. De este modo quedará más protegido y podrás lucirlos más años si cabe.
El siguiente accesorio que escogí fue el bolso, que en este caso ya tenía en casa. Fue un modelo color caldera de croché, tejido muy veraniego y que ha estado de vuelta esta temporada, de Mango Outlet. Lo compré el año pasado y me costó unos 7 euros. Actualmente puedes encontrar en su web el mismo diseño pero en versión tye-dye.
Por último, llevé unos pendientes hechos a mano de Le Fance Brand, la marca de mi amiga Andrea. Era el modelo Crésida en blanco con destellos brillantes, para aportar un toque de luz al rostro y compensar el negro del vestido.
Completando el estilismo: la peluquería y el maquillaje
Para el peinado confié en las manos de María Martínezy tomé como referencia el estilo que llevó Gigi Hadid a la gala del Met de 2018. Ya que no iba a llevar adorno alguno en el pelo quería algo que fuera elegante, clásico y a la vez no demasiado elaborado y esta opción me pareció que encajaba a la perfección.
Por otra parte, teniendo en cuenta que la boda era en Carmona, Sevilla, un 10 de julio, a pesar de que llevaba el pelo suelto no quería que se me viniera hacia el rostro, por lo que esta opción fue un acierto total, ya que la parte del flequillo queda totalmente sujeta y hace lo propio con el resto de la melena. He de decir que no se me movió ni un pelo en más de doce horas.
En las manos llevé una manicura muy colorida para aportar ese toque un poco más alegre y veraniego al estilismo. Me inspiré en un diseño de la artista Betina Goldstein que me hizo Ana Lagares.
Finalmente, el maquillaje lo hice yo con mi base habitual destacando la mirada con sombras en tonos tierra y neutros, con un toque de glitter, de la paleta Romance, de W7 y el eyeliner, que en mi imaginario de belleza no puede faltar. En los labios usé el liquid matte lipstick Trendsetter de Huda Beauty, que no se movió de su sitio en toda la boda, con mascarilla incluida.
Y para muestra de cómo quedó la cosa, un botón del resultado final. ¡Espero que te guste y que ayude a salir de la duda sobre si ir de negro a una boda o no!